Evento de la comunidad boliviana en Av. de Mayo

Ayer, sábado 17 de octubre se celebró un evento de la comunidad boliviana residente en Argentina. Como en varias ocasiones, estos festejos están llenos de color y algarabía. No era la primera vez que veía un festejo de esta índole en el centro porteño. Los festejantes, vestidos con prendas típicas algunas y otras un poco heredadas de la tradición española que vino a colonizar los territorios de América desde aproximadamente el siglo XVI, circulaban desde el monumento a Roca frente a la Manzana de las Luces hasta la avenida de Mayo y seguían por allí hasta la avenida 9 de Julio. Bailarines se intercalaban con trompetistas y todos avanzaban lentamente mostrando coloridos trajes con brillos y con máscaras. Todos parecían concentrados en tratar de seguir bien el ritmo general del desfile.


Pero más allá de todo eso, de los colores y los brillos, lo que se sentía en el aire era una sencillez y una manera de ser de los bolivianos que a mí me parece admirable. Los porteños, tal vez los argentinos, somos muy críticos con respecto a ciertas culturas y no vemos lo valioso de éstas. Por cuestiones geográficas, los bolivianos, que tienen que combatir el apunamiento, son de movimientos suaves. Tienen una relación con la tierra mucho más fuerte que nosotros. Supongo que no es casualidad que haya tantas verdulerías atendidas por bolivianos. Ellos están aferrados a una cultura de la tierra y de los frutos de ella. Se sienten cómodos sentados directamente en el suelo y son muy agradecidos de la pachamama y de la fertilidad. Adoran a sus hijos y no hubo nunca ocasión en que yo no haya visto que los tienen muy prolijos y educados.

Y todas estas características, que quedan un poco fuera de contexto en una geografía tan diferente a la que están acostumbrados pero que son tan valiosas, aquí se las desprestigian. Yo, por mi parte, las veo objeto de admiración. Admiro, como en cualquier persona, esa capacidad de amar y de aferrarse a ciertas cosas, ese sentirse orgullosos, acaso apasionados, de y por otras personas, por sus familias, sus tradiciones. No sé si aspiran a más, no creo que estén muy interesados a tener puestos gerenciales o a viajar por el mundo. Lo único que quieren es tener una familia y vivir en paz. Y lo tienen. Por eso también mi admiración.


Nota al pie: sólo una cosa me llamó a atención. Ayer, 17 de octubre, era el día de la Lealtad Peronista. Uno se imaginaría entonces, como me imaginé en un principio yo al acercarme a la avenida de Mayo, que ese día la Plaza de Mayo, lugar preferido por peronistas y donde Evita solía hablar a la multitud desde el balcón de la Casa Rosada, estaría llena de seguidores de los K. Pero eso no sucedió. Creo que aquí, de esta manera, se ve claramente el juego de poder de unos y otros. Supongo que ni a los K ni a los peronistas les gustó mucho el evento boliviano, pero a mí me pareció buenísimo.

3º Concurso fotográfico Fotoclub Buenos Aires


Soy sólo una aficionada a la fotografía a la que le gusta más ver fotos que sacarlas. Pero impulsada por mi novio y mi hermana intento cada tanto incursionar en ese mundo de exposiciones, sub y sobre-exposiciones, de asas, de lentes, de focos. Admito que soy malísima encuadrando y que todavía no encontré la manera de mostrar lo que yo veo a través de la fotos. Y, sin embargo, un poco por cabeza dura, y otro poco buscando un alisiente para que la gente que yo quiero se presente a concursos de fotografía, ocurrió la tonta y alegre injusticia (jajaja) de que una de mis fotos fue elegida. Es por eso que quería invitarlos a la muestra de fotos premiadas y elegidas en el Fotoclub de Hipólito Yrigoyen 834 del 19 de octubre 2009 al 6 de noviembre del mismo año.

La que pongo es la foto elegida.