Secuencia de un relámpago


Sé que los porteños y los bonaerences sufrimos a fines de febrero -es una posta, siempre ocurre- de lluvias potentes que inundan la ciudad y que dejan como conseciencia a barrios sin luz por días, mercadería perdida, hasta algunos muertos o heridos.
Este año no fue la excepción; las lluvias azotaron y lo hicieron más de un día, que era lo que se venía dando hasta ahora.
Cayeron algo así como 80 mm por hora y provocaron que zonas como Palermo se conviertan en lo que la gente bromeaba "La Venecia de Sudamérica".
Las noticias se escucharon en oficinas, casas, hospitales. Todos nos mojamos al menos un poquito. En Santa Fé y Av. Juan B. Justo se veía a la gente cruzar con el agua hasta arriba de la cintura y agarrada a una soga que les guiaba el camino. Hasta apareció un gomón que flotaba en medio de la avenida que alguín trajo para transportarse.
Una de esas noches lluviosas, yo, jugando con mi cámara, capturé la secuencia de un rayo iluminando por un segundo el cielo. Fue tan rápido que al sacar la foto ni me percaté del hecho. Sólo comparando luego las fotografías me di cuenta que la luz de la misma habia sido un relámpago.

Calor en Buenos Aires


Enero 2010. El cambio climático se hace notar.
Por más que me digan lo contrario, este es un verano muy caluroso como no lo fueron hasta hace algunos años. Con sensaciones térmicas que trepan a más de treinta y cinco grados, con días sofocantes, con cortes de luz que dificultan la vida en este verano, nos encontramos los chamuscados habitantes de esta cuidad, Buenos Aires, y sus alrededores, tratando de buscar un refugio contra el calor. De más está decir que los aires acondicionados no dan abasto para enfriar viviendas, oficinas, negocios, restaurantes, gimnasios, etc. Yo, que tengo la suerte de estar en una oficina con aire acondicionado central, paso el día sin siquiera percatarme del calor. Pero a la noche, cuando me voy a dormir, escasamente puedo contar con un ventilador de techo que, si tirase aire como el ruido que hace, no tendría por qué despertarme en el medio de la noche asfixiada por la temperatura.
Es verano, y las temperaturas altas, ya se irán con los días. Lo que quedará (mi ojo de arquitecta no me permite obviarlo) serán las fachadas mamarracheadas por estas "cajitas" tan grandiosas pero tan feas que generan aire frío -y algunas también aire caliente. Entiendo que antes los edificios no se pensaban con espacios preparados para alojar a los compresores, y que siempre hay un hueco en el balcón donde cabe uno, pero de que quedan horribles, no hay duda.

Semáforos de Buenos Aires


Generalmente el tiempo de espera que se necesita para cruzar una calle en Buenos Aires es de aproximadamente un minuto. Ese es el tiempo que tienen los autos para pasar hasta el próximo cambio de luces. Ese es también el tiempo que tienen los peatones para esperar hasta tener el paso libre. Eso sí, si uno es argentino, o mejor dicho porteño, nunca espera el minuto y cruza antes, a veces hasta cuando los coches todavía siguen pasando.
Otro dato a tener en cuenta es que, cuando el semáforo para peatones empieza a titilar en rojo, desde ese momento tenemos el tiempo necesario para cruzar toda la calle - obviamente si es que estamos cruzando a una velocidad de "planeo", a saber: no a una velocidad de paso de anciano ni de alguien que tiene la pierna enyesada, sino a una velocidad normal.
Algunas calles, en el centro, por ejemplo, tienen en el semáforo de peatones un temporizador que va en cuenta regresiva marcando los segundos que uno tiene para cruzar. Cuando este temporizador o cronómetro llega a cero, todavía tenemos unos segundos hasta que el semáforo de los coches se ponga en verde. Si no me creen pueden chequearlo por ustedes mismos. O sea, en conclusión, siempre hay una yapa de tiempo para cruzar en estos casos.
Por último, no podía faltar un comentario sobre cómo cruzar la avenida 9 de Julio (para ubicar a los que no han cruzado esta avenida hace mucho, les comento que tiene cuatro tramos de cruce: dos son calles "colectoras" y los otros dos son los carriles centrales separados a su vez por canteros o por explanadas de circulación). Es casi imposible cruzar los cuatro tramos de una, a no ser que uno vaya corriendo. Los semáforos están sincronizados para poder cruzar sólo dos tramos por vez: una calle colectora y uno de los carriles principales. Aquí, también hay un temporizador en el semáforo peatonal que cuando llega al número siete todavía podemos cruzar (ojo, siempre que estemos en velocidad de "planeo"). Lo que se puede aprovechar para ganar tiempo de cruce, y si nuestro recorrido lo permite, es cruzar los dos primeros tramos, luego hacer una cuadra por las explanadas centrales y finalmente cruzar los dos últimos tramos que nos restan.
Lo que mi experiencia de peatón me ha enseñado, es que no hay que temer al hombrecito rojo que titila en el semáforo. Si somos un poco lanzados y nos gusta la aventura -y sabemos que estamos en forma para salir corriendo si nuestros cálculos del tiempo de los semáforos fallan- entonces aprovechen estos consejos. Se los dice alguien que cuenta en su haber con cientos de kilómetros de caminata (y de cruces) por Buenos Aires.