Crónicas Gourmet: La Nonna Bianca

Sobre la calle Estados Unidos, a unos metros de la calle Defensa, en San Telmo, pleno casco histórico de Buenos Aires, está la heladería, cafecito, cyber y locutorio La Nona Bianca.

Ambientado con estilo patagónico urbano, este local ofrece el mejor helado de chocolate semiamargo del mercado, el chocolate “Nonno”. Su consistencia es, al ir perdiendo frío, la de una mouse. Es ideal para acompañar postres o cortarlo con algún otro gusto de frutos rojos.

Esta heladería también sirve café y facturas. A veces, a la tarde, se puede ver a turistas y locales sentados en modestas mesitas y banquetas de madera trabajando con sus notebooks mientras disfrutan de un café.

El ambiente es tranquilo en la planta baja y no suele llenarse- generalmente los que compran helado no lo consumen en el lugar. No pasa lo mismo en el entrepiso donde están las computadoras del cyber. Aquí se escuchan todo tipo de lenguas pero casi nada de español.

Recomiendo, si uno anda por el barrio, los helados de La Nonna Bianca alguna calurosa tarde de verano porteño.

La Nonna Bianca está en Estados Unidos 425 – San Telmo.

Crónicas Gourmet: Pub Gibraltar

Gibraltar es un típico pub inglés ubicado en San Telmo, a pocas cuadras del centro de Buenos Aires. Goza de todas las características tradicionales de la fuente de origen que inspiró su existencia: Inglaterra.

Lo mejor del lugar son las cervezas (las hay rubias, morenas y rojas) y son todas muy gustosas. También se pueden encontrar los famosos “fish and chips” u optar por el muy de moda sushi, entre otras alternativas gastronómicas. Sin embargo hay que tener en cuenta que Gibraltar no es un restaurante con lo que cualquier cosa que pidan para comer es sólo un snack para cortar el hambre.

En cuanto a la decoración, de más está decir que incurre en rasgos ingleses: hay paredes empapeladas en rojo, predominan los muebles de madera y los sillones de cuero (infaltable es el enorme Chesterfield negro), desparramados por las paredes hay publicidades y planisferios y hay lámparas que generan micro ambientes adentro del relativamente reducido espacio del local.

Gibraltar es paso obligado no sólo para el after hour a la salida del trabajo sino también para hacer la “previa” antes de que comience la noche los fines de semana. Su ubicación, Perú 895, es estratégica si uno tiene pensado ir a algún boliche o continuar la noche por la zona o por Puerto Madero. Durante los días de semana, cuando cae el sol, se va llenando de oficinistas y turistas hasta desbordar de gente. Los sábados el ambiente de júbilo se alarga hasta que todos se dan por satisfechos de cerveza y se dirigen a los boliches.

Los precios son accesibles y recuerden: la especialidad de este pub son las cervezas de todo tipo. Absténganse de desviarse mucho de esa opción. Si bien se sirven otros tragos, hay que entender que en Gibraltar lo mejor son las cervezas. ¡Y vale la pena probarlas! Yo recomiendo alguna roja que son de las más suaves.


Gibraltar está en Perú 895

Crónicas Gourmet: Bar El Federal

Con aires de viejo cafetín de barrio, El Federal es una opción imperdible si se visita San Telmo, casco histórico de la ciudad de Buenos Aires. De ambiente joven y familiar, más allá de que podría ser elegido por nuestros abuelos para tomarse un campari, aquí abundan turistas, estudiantes, la joven generación de “diseño”, amigos de edad madura y gente que ya pasó los sesenta años.

El mobiliario y la decoración son cálidos y están dispuestos para dar esa sensación de viejo bar de encuentro y discusión. Sobre las paredes abundan los póster y las fotos viejas de publicidades de sodas y de bebidas alcohólicas. La robusta barra de madera, con un arco tallado que delimita el sector de la caja, se extiende casi en todo el largo del local. Detrás, la pared está decorada con todo tipo de botellas. La luz es tenue pero suficiente. La falta de televisores o música excesivamente alta crean un clima íntimo, ideal para ir a charlar con amigos o parejas.

La comida es abundante, sabrosa y viene bien caliente (no importa donde decidamos alimentarnos, lo esencial para la mayoría de los comensales es que un plato caliente no lo sirvan ni frío ni tibio). Las picadas, las hamburguesas completas o los sándwiches de pan de campo son la especialidad. En la barra se exhiben delicias pasteleras y la cafetería es justo a la medida del lugar: muy buena. Recomiendo los cafés especiales (aquellos que vienen con wisky o licores).

La carta es acotada –recuerden que es un bar, no un restaurante- aunque si uno decide quedarse a comer, el menú ofrece diferentes opciones: pastas, ensaladas especiales, milanesas.

El servicio es bueno; los mozos sirven bien y rápido y evitan cargosear cada cinco minutos para preguntar como está todo.

Los precios son económicos y muy accesibles y se diría que por el servicio, la comida y el ambiente son bastante moderados.

El Federal es un bar al que se puede ir en cualquier momento del día. No es de esos que se “ponen” a cierto horario.

Ambiente íntimo, decoración típica, excelente lugar para charlar, tomarse un buen café o comer un rica hamburguesa, estas son las razones por las cuales recomiendo a El Federal.


El Federal queda en Perú y Carlos Calvo.

Turista en mi barrio - San Telmo

Es buenísimo ser turista en mi barrio. Con sólo caminar una cuadra ya estoy en el centro neurálgico de la movida de San Telmo.
Los domingos a la tarde siempre me dan ganas de ir a curiosear lo que está pasando allí abajo, en la calle Defensa donde el clima se vuelve festivo.
El tránsito se corta para dar lugar a candomberos, ferias artesanales, músicos, tangueros. Sobre los adoquines que caracterizan a la calle Defensa se agrupan turistas, para ver, por ejemplo, a esta banda que con sus tambores hace bailar a medio mundo. La gente se ríe, disfruta. Hoy el clima está ideal y se nota en el regocijo de los visitantes.
Entre los entretenimientos que pueden verse están: un artista que “pinta” sobre una tela figuras que va haciendo y deshaciendo en el momento; no pueden faltar los bailarines de tango o el músico solitario que toca jazz con una trompeta u otro que canta música brasilera con una voz muy dulce.
Acompañando lo que ocurre afuera, hay todo tipo de locales abiertos que dan la bienvenido a los visitantes; desde tomarse un helado artesanal o un café con alfajores marplatenses hasta ver chucherías en un anticuario, o entrar a uno de los pocos mercados de abasto que quedan en la ciudad, construido por Buschiazzo, o comer un asado en alguna de las varias parrillas que San Telmo ofrece, o tomar un cafecito en el inconfundible patio de una casa chorizo bajo una enredadera al lado de la casa de Castagnino, o entrar al Pasaje Defensa para ver un poco de típica arquitectura porteña del 1800, o chusmear las chucherías de las ferias o toparse con una banda de músicos literalmente ambulante (¡tocan sus instrumentos mientras caminan!) o simplemente deleitarse con la gran cantidad de edificios históricos de la zona.
Yo, a esta parte de la cuidad la recorro de lunes a lunes y puedo decir que los domingos es la calle más alegre de Buenos Aires. San Telmo de por sí tiene tanto atractivo que uno puede pasarse el día recorriéndolo. Pero a todo esto se le suma su cercanía con Puerto Madero.
Un recorrido que recomiendo para cualquier turista es comenzar a la mañana una caminata por la calle Defensa desde Plaza de Mayo. Pasar por el Museo de la Cuidad, la Iglesia de San Francisco, el Centro Cultural Plaza Defensa, la Iglesia de Santo Domingo, las casas de antigüedades que comienzan a aparecer después de la avenida Belgrano, sacarse una foto con Mafalda en Defensa y Chile, visitar el Zanjón de Granados, seguir hasta la plaza Dorrego, caminar un poco más hasta el Pasaje de la Defensa, volver una cuadra atrás y doblar por Humberto Primo, visitar la Iglesia de San Pedro Telmo, tomar por Balcarce hasta la avenida Belgrano (sí, eso sería retomar pero ahora por Balcarce), pasar por bellos edificios industriales, al llegar a Belgrano bajar a Puerto Madero, recorrer los docks durante el atardecer y cerrar el recorrido tomando un trago o cenando en alguno de los tantos locales de oferta gastronómica del nuevo barrio.
La oferta de entretenimientos de San Telmo y Puerto Madero es muy variada. Recomiendo darse una vuelta. Vale la pena.

Veleros del Bicentenario

La calma usual del barrio más nuevo de Buenos Aires, hoy se vio interrumpida por hordas de gente y chicos y seguirá así mañana y hasta el martes 9-03.
Como parte de los festejos del Bicentenario,han llegado a Puerto Madero veleros de distintos países. Las actividades que se desarrollan (hay bandas que tocan música, desfiles, luces de colores que apuntan al Puente de la Mujer, etc) son las típicas que se colman de gente y que por ende se tornan un poco fastidiosas para realizar. Son actividades ideales para ir con niños.
Por otro lado, tampoco hay mucho para hacer más
que sacar fotos y entrar a cada
velero o quedarse a ver el espectáculo de algo así como sesenta músicos tocando a pasos del Hotel Hilton.
El paisaje de Puerto Madero, con sus edificios modernos, suele aportar un condimento gustoso
para todo aquello que se desarrolle al aire libre. Sin embargo creo que esta vez no alcanzó para remontar la actividad.
Mi puntaje para esta salida es: regular. Si están con amigos, desistan de ir.
Ahora bien, si quieren llevar a sus hijos, sobrinos, nietos, van a tener que ca lzarse unos cómodos zapatos y recorrer los docks.




















Graffitis


Algunos los consideran contaminación visual. Para otros es expresión individual o colectiva. ES un sentimiento escrito en una pared a la que el autor desea que todos vean. Es anónimo pero al mismo tiempo tiene autoría.
Para mí, que soy arquitecta, los graffitis resaltan la idoneidad de la ciudad, son parte de ella y le aportan un legado artístico que sólo sus propios habitantes pueden darle.
De la misma manera que un arquitecto, un urbanista, un diseñador industrial o un diseñador gráfico contribuyen con un objeto de diseño a nivel urbano (por más “atractivo” o “repulsivo” que lo encontremos), ya sea un edificio, el trazado de un barrio, el mobiliario urbano, los carteles de publicidad, etc., un graffitero colabora con su arte, su diseño, su idea.
A mi parecer, las ciudades, al crecer, deben conferir al aprovechamiento de sus paredes dándoles lugar a estos artistas urbanos para expresarse. Rechazo rotundamente la mala voluntad de arruinar edificios históricos o edificios cuyas fachadas no han sido pensadas para ser escritas. Pero de la misma manera que los arquitectos flexibilizaron sus proyectos para incorporar los equipos de aire acondicionado, creo que también deben adecuarse a la idea de que en la ciudad existe un grupo de gente que necesita ser “escuchada” a través de sus graffitis.
Si consideramos estas escrituras y estos murales como pequeñas obras de arte, entonces al incluirlas en nuestros proyectos estaremos enriqueciéndolos.

De baches y aguas sucias

Esta mañana, de camino al trabajo, recién bañada, peinada, maquillada y perfumada, y como todas las mañanas, emprendí la laboriosa y cotidiana travesía por veredas rotas, baldosas levantadas, pozos en donde es evidente que antiguamente hubo una vereda y en donde hoy uno puede encontrar todo tipo de basura, tierra, pedazos de revoque y/o mamposterías, restos de comida, papeles, alambres, etc. Sin embargo, hoy era un día lindo. La mañana se perfilaba soleada y no muy calurosa. Hoy era uno de esos días para estar de buen humor.
Por mi parte, mientras caminaba, yo estaba inmiscuida en mis pensamientos -hoy, tal vez más que nunca, eran pensamientos sino positivos, bastante alentadores- trataba de auto aconsejarme paciencia (don del que definitivamente carezco) cuando la ocurrencia de un conductor desprevenido hizo que su vehículo pasara por el más pequeño pero dañino y lleno de agua sucia bache que había en la calle.
El agua que allí adentro había, desconozco de dónde pudo haber salido ya que ¡no llueve desde la semana pasada!
La cuestión es que la burbuja de ideas que flotaba por encima de mi cabeza se pinchó en el mismo momento que un baño de gotas rebosantes de arcilla, smog concentrado y no sé qué otras mugres me bañaban por segunda vez en menos de una hora.
El conductor -que de hecho se dio a la fuga- debe haber comenzado su mañana con unas desinhibidas carcajadas al recordar a esta señorita pituca que en menos de un segundo quedó hecha un estropajo.
Yo no pude más que quedar paralizada y pensar: "¡No lo puedo creer!" Lunares parecían las manchitas de mugre que habían quedado esparcidas en toda mi ropa, mi cara y mi pelo.
Inmediatamente, tratando de disimular mi desconcierto, manejé la situación con celeridad y disimulo. Saqué una toallita que llevo para el gimnasio y me limpié. Al rato ya estaba de nuevo brillante como cuando salía de mi casa.
Unas cuadras más adelante, volviendo sobre el acontecimiento, me daba cuenta de que yo, al igual que el conductor, había empezado mi mañana entre carcajadas. Bien podría haber sido un designio divino el que me llenara de mugre justo en le momento que intentaba ser positiva, pero lo cierto es que la cuestión me causó mucha más risa que desconsuelo.