Los pros y los contras de las obras en el microcentro porteño


El 2013 fue un año de bastante movimiento para la ciudad en cuanto a obras en las vías públicas en la zona céntrica. Comenzando con la peatonalización de muchas de las calles de la City porteña, hasta la obra del Metrobus.
El centro porteño se vio paralizado en grandes ocasiones y, como toda gran obra, surgieron inconvenientes para trabajadores, comerciantes, bancos y otras entidades de la zona. Por otro lado, con la llegada del Metrobus, los barrios céntricos (San Telmo, Monserrat, San Cristóbal) “perdieron” líneas de colectivos que antes los unían con el centro y otros barrios.
En pocas palabras, la peatonalización comprende las obras para el establecimiento de calles exclusivas para peatones y algunas “de convivencia” con acceso restringido para vehículos y ciclistas.
Al día de hoy, si bien se ha notado un cambio positivo, está poco claro el uso de cada una de las vías tanto para conductores como para peatones y ciclistas. El horario de circulación de vehículos no autorizados en vías restringidas es de 11 a 16 hs y los mismos deben circular a no más de 10 km/h.
Quien trabaja en el microcentro porteño puede confirmar que todavía no se ha encontrado el orden para la convivencia de peatones, motos y vehículos.  Sin ir más lejos en calles como San Martín, Reconquista, Perón, Sarmiento, Bartolomé Mitre, entre otras, donde están ubicadas casas centrales y sucursales bancarias, es imperativo el acceso de los camiones de caudales. Por decreto del Banco Central, los transportes de caudales deben estacionar lo más cercano posible a la entidad bancaria. Estos carecen del espacio delimitado para estacionamiento. Hoy por hoy estacionan en las veredas –obstruyendo el paso de peatones- y en muchas casos, estás se han hundido debido al peso de los camiones.
Pr otro lado, es altamente positivo que se restrinja la circulación vehicular en calles del Casco Histórico, como por ejemplo Bolívar, donde se encuentra la iglesia más antigua de Buenos Aires, San Ignacio de Loyola, y Perú antes de la Diagonal Sur.
En cuanto a la llegada del Metrobus, el tramo Constitución-Retiro se “teje” más rápido pero el cambio de recorrido de las líneas de colectivos dejó a barrios como San Telmo, Monserrat y San Cristóbal reducidos en cuanto al acceso a las vías de transporte. Son pocas las líneas de colectivos que hoy ingresan al barrio. De las que antes ingresaban, se corrieron las siguientes:  9, 10, 17, 45, 67 y 70. En San Telmo, por ejemplo, es necesario caminar hasta Alem o hasta la 9 de Julio para tomar el colectivo. Para la gente joven será apenas un fastidio pero para la gente mayor o madres con niños será más que eso.
El Metrobus es más seguro y ordenado, con él se ha logrado unir dos puntos focales de la ciudad de manera rápida. Ahora el tema es pensar cómo sustituir los recorridos que antes ingresaban a la zona de los barrios aledaños.
Como arquitecta, encuentro positivo haber quitado los colectivos que generaban vibraciones en las construcciones del Casco Histórico. Como persona, encuentro negativo que no se haya pensado en los vecinos.
Todavía estamos a tiempo de encontrar soluciones. Soluciones que no sólo conciernen a  quienes toman las decisiones sino que surjan de las propuestas de los vecinos y urbanistas.
Sólo para reflexionar:
¿Se “adaptará” el porteño/usuario del microcentro a esta nueva disposición de tránsito como es la peatonalización restringida o hará falta “educar” a peatones y conductores?

¿Qué pasará con los pobladores locales que se vieron afectados con la quita de algunas líneas de colectivos de los barrios? ¿De qué manera se podrá suplir la falta de los medios de transporte que antes transitaban por sus calles? 

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