Bautismo de vuelo
Pequeña crónica sobre cómo fue mi primer vuelo en avioneta.
La intención era volar por encima de las islas de Tigre. El
tiempo no acompañaba, desde el jueves las anunciadas lluvias se hacían
presentes. Ese sábado no llovía pero estaba pesadamente gris. Sin embargo, no
íbamos a perdernos la experiencia por nada.
La avioneta era pequeña. Apenas cabíamos los cuatro que
viajábamos en ella. Llevaba recorridos más de dos mil kilómetros, acaso muchos
más. El piloto no lo sabía.
El calentamiento de motores duró cinco o seis minutos en los
que además se revisó el funcionamiento de los frenos, las alas y demás valores
controlables. Voces en inglés y español comentaban, por el transmisor, el
estado de los vientos, la atura de nubes, la temperatura.
Pronto nos encontramos con las nubes, a ochocientos pies de altura. “Lo conveniente es ir a no
menos de mil pies” dijo el piloto. Yo apenas escuchaba. Aprovechaba a sacar
fotos con mi cámara y con la cámara de mi hermana. Las casas, calles y barrios
privados de Tigre y San Fernando se veían como pequeñas maquetas. Las rutas,
los brazos de ríos. Todo era diminuto. Apenas se divisaba el Río Luján a través del
esponjoso borde de nubes al que nos acercábamos continuamente.
Cómo circular en el microcentro porteño.
Luego de tantas obras de peatonalización –restringida- de calles céntricas, el
gran dilema actual es cómo circular en
el microcentro porteño.
No está claro por dónde deben ir los autos, por dónde las motos, por
dónde los camiones de caudales, por dónde las bicicletas y por dónde la gente.
Más que por curiosidad sino que por necesidad -trabajo en el embrollo del
centro todos los días- tuve que salir a investigar cómo tengo que caminar ahora
en el microcentro porque actualmente no hay señas claras de cómo hay que
hacerlo. Al borrarse el límite virtual del cordón
de la vereda y darle prioridad al peatón, la calle se llena de hordas de
personas pero sin embargo no deja de ser una calle por donde todavía circulan
vehículos.
Se ha implementado un “nuevo microcentro”, pero definitivamente no se
enseñado a transitarlo. Suela absurdo, lo sé, pero es así: nadie sabe por dónde
tiene que circular.
Chequeo, mientras escribo, la página del Plan de Movilidad Sustentable, que es donde se supone que voy a
evacuar mis dudas. ¡Pero termino teniendo más dudas!
Mi abuela y yo. Dos generaciones tan distintas
Hablar con mi abuela es
sumamente divertido. Sobre todo porque las dos somos testarudas en defender nuestros
principios que, derivados de nuestras correspondientes generaciones, son ampliamente
diferentes.
Generalmente ella trata de convencerme de lo que “está bien
hacer” y yo le digo que eso ya está fuera de moda, que ahora la gente hace lo
que puede o lo que quiere o lo que le sale, no lo que debe o está bien visto.
Para mi abuela sólo existen lo que yo llamo las “verdades
reveladas” mientras que para mí, es todo lo contrario. Mi abuela conoció a los
diecisiete años al hombre de su vida (tal vez si hubiese vivido en mi
generación, mi abuelo no hubiese sido “el hombre de su vida”). A esa temprana edad
(¡era una adolescente!) armó toda una vida perfecta: se casó, tuvo hijos, los
hizo estudiar y ser profesionales, los alentó a que formasen sus propias
familias. ¡De eso se trataba la vida! A mi abuela no le hablen de divorcio o de
homosexualidad (bah… a no ser que, como yo, la quieran hacer rabiar un ratito
para reírse de su tozudez).
Hace ochenta años estaba de moda ser conservador. Claro que
puede haber excepciones. Hoy en día está de moda ser abierto. Los contratos
eternos son de dudosa subsistencia, todo es descartable, es fugaz, rápido, el consumismo es un indispensable, hay
que estar conectados, no importa la inclinación sexual, el matrimonio no es la
única manera de formar “una familia”, tener hijos viene luego de una larga lista de otras prioridades. De eso se trata la vida.
“Yo quiero que ustedes se realicen” se escucha a mi abuela
decir del otro lado del teléfono (“realizarse” también pasó de moda). Lo dice
compungida pero sabe que no va a encontrar consentimiento de mi lado. “Nosotros
ahora nos “realizamos” con otras cosas abuela: con el trabajo, con viajes, haciendo
cosas que nos llenen el alma” le respondo y ella arremete “A mí me llena el
alma pensar que ustedes van a casarse y tener hijos, juntarnos en los
cumpleaños, que la familia esté bien y unida”. Es pícara pero a mí no va a convencerme. A ella también le gusta
hacerme rabiar. En el fondo ambas nos entendemos y entonces nos reímos de
nosotras mismas y de que ninguna nunca da el brazo a torcer. ¡Es que vivimos dos generaciones tan
distintas!
Los pros y los contras de las obras en el microcentro porteño
El 2013 fue un año de bastante movimiento para la ciudad en
cuanto a obras en las vías públicas en la zona céntrica. Comenzando con la peatonalización
de muchas de las calles de la City porteña, hasta la obra del Metrobus.
El centro porteño se vio paralizado en grandes ocasiones y,
como toda gran obra, surgieron inconvenientes para trabajadores, comerciantes, bancos
y otras entidades de la zona. Por otro lado, con la llegada del Metrobus, los
barrios céntricos (San Telmo, Monserrat, San Cristóbal) “perdieron” líneas de
colectivos que antes los unían con el centro y otros barrios.
En pocas palabras, la peatonalización comprende las obras
para el establecimiento de calles exclusivas para peatones y algunas “de
convivencia” con acceso restringido para vehículos y ciclistas.
Al día de hoy, si bien se ha notado un cambio positivo, está
poco claro el uso de cada una de las vías tanto para conductores como para
peatones y ciclistas. El horario de circulación de vehículos no autorizados en
vías restringidas es de 11 a 16 hs y los mismos deben circular a no más de 10
km/h.
Quien trabaja en el microcentro porteño puede confirmar que
todavía no se ha encontrado el orden para la convivencia de peatones, motos y
vehículos. Sin ir más lejos en calles
como San Martín, Reconquista, Perón, Sarmiento, Bartolomé Mitre, entre otras, donde
están ubicadas casas centrales y sucursales bancarias, es imperativo el acceso
de los camiones de caudales. Por decreto del Banco Central, los transportes de
caudales deben estacionar lo más cercano posible a la entidad bancaria. Estos
carecen del espacio delimitado para estacionamiento. Hoy por hoy estacionan en
las veredas –obstruyendo el paso de peatones- y en muchas casos, estás se han hundido
debido al peso de los camiones.
Pr otro lado, es altamente positivo que se restrinja la circulación
vehicular en calles del Casco Histórico, como por ejemplo Bolívar, donde se
encuentra la iglesia más antigua de Buenos Aires, San Ignacio de Loyola, y Perú
antes de la Diagonal Sur.
En cuanto a la llegada del Metrobus, el tramo Constitución-Retiro
se “teje” más rápido pero el cambio de recorrido de las líneas de colectivos
dejó a barrios como San Telmo, Monserrat y San Cristóbal reducidos en cuanto al
acceso a las vías de transporte. Son pocas las líneas de colectivos que hoy
ingresan al barrio. De las que antes ingresaban, se corrieron las siguientes: 9, 10, 17, 45, 67 y 70. En San Telmo, por
ejemplo, es necesario caminar hasta Alem o hasta la 9 de Julio para tomar el
colectivo. Para la gente joven será apenas un fastidio pero para la gente mayor
o madres con niños será más que eso.
El Metrobus es más seguro y ordenado, con él se ha logrado
unir dos puntos focales de la ciudad de manera rápida. Ahora el tema es pensar
cómo sustituir los recorridos que antes ingresaban a la zona de los barrios
aledaños.
Como arquitecta, encuentro positivo haber quitado los
colectivos que generaban vibraciones en las construcciones del Casco Histórico.
Como persona, encuentro negativo que no se haya pensado en los vecinos.
Todavía estamos a tiempo de encontrar soluciones. Soluciones
que no sólo conciernen a quienes toman
las decisiones sino que surjan de las propuestas de los vecinos y urbanistas.
Sólo para reflexionar:
¿Se “adaptará” el porteño/usuario del microcentro a esta
nueva disposición de tránsito como es la peatonalización restringida o hará
falta “educar” a peatones y conductores?
¿Qué pasará con los pobladores locales que se vieron
afectados con la quita de algunas líneas de colectivos de los barrios? ¿De qué
manera se podrá suplir la falta de los medios de transporte que antes
transitaban por sus calles?
Buenos Aires
Existe una y muchas Buenos Aires. Una que va cambiando todo el tiempo bajo un ritmo y una cadencia a veces sonoros.
Camino en esta ciudad porteña que amo, en la que sólo existen las calles, los edificios y sus personajes. Descubro tesoros en mal estado, registro momentos, inspecciono tardes o mañanas soleadas, me detengo, avanzo. Soy un fantasma en Buenos Aires.
Camino en esta ciudad porteña que amo, en la que sólo existen las calles, los edificios y sus personajes. Descubro tesoros en mal estado, registro momentos, inspecciono tardes o mañanas soleadas, me detengo, avanzo. Soy un fantasma en Buenos Aires.