Cuando los bocinazos y las frenadas vuelvan a oírse, cuando el vaho se disipe con smog, cuando la luz solar reemplace a la lúgubre luz del subte, entonces pará de subir y mirá para arriba. Si tenés una baranda a tu alcance, agarrala fuerte y recién, recién ahí, sin bajar la cabeza, subí.


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